Estos días, leía en un blog amigo, las dificultades del viaje de adopción, así como la estancia en el país de origen de sus pequeños (no se trata de Rusia, en este caso) y la convivencia; al igual que la complicada adaptación tanto de sus hijos como de los papás... Y es realmente triste recibir esas noticias, puesto que comprendemos su pesar y su sentimiento de frustración; e incluso dolor por verse desbordados por la situación. Pero es muy de agradecer y de verdadero y sincero agradecimiento que se atrevan a contar la realidad, para que nadie se lleve a engaños e incluso nadie pueda pensar que un proceso de adopción es sencillo... y menos aún, la post adopción, ya que esto no finaliza con la llegada de los pequeños a la familia; sino que continúa con la adaptación. Como tantas veces comentamos, un proceso de adopción no se trata únicamente del tortuoso camino de encuentro, sino que también interviene algo tan importante como es la preparación para la llegada de los pequeños... cada uno de ellos, con una historia detrás ya escrita, a la que se debe hacer frente: y para nada es fácil... No es tan idílico (aunque quizás en muchos casos, la mayor parte del tiempo sí pueda serlo, o al menos parecerlo...) como se antoja, y es complicado afrontarlo, partiendo muchas veces de la base de que la mayor parte de las familias adoptantes, puedan (o podamos) ser primerizas.
Es también cierto, que ahí existe una gran diferencia con la llegada de un hijo biológico; puesto que incluso en el mejor de los casos, se puede conocer su historia: enfermedades, hechos destacados y cambios... pero se desconoce siempre esa historia o vivencia personal y esos pensamientos que son vistos y percibidos de distinto modo por cada pequeño, al igual que lo son para los adultos. Es difícil predecir o prevenir cómo podrá ser la reacción o forma de actuar de un pequeño cuyos traumas o necesidades se desconocen; o no tenemos constancia de hasta qué punto pueden haberles afectado. Es imposible ponerse en su piel, por mucho que tratemos de imaginar... y cuantos más casos conoces, más cuenta te das de lo distinta que es cada situación.
En nuestro caso, desde el primer momento nos avisaron y nos dijeron por activa y por pasiva, que hasta que no estuviésemos en Barajas junto a nuestr@ hij@, no diéramos nada por hecho. Es doloroso saberlo, más aún cuando conoces de cerca la adversidad de la adopción; pero también es parte de la realidad: existen adopciones fáciles y en las que todo parece ir bien, pero desgraciadamente, no es así en la mayoría de ellas. Y también sabíamos, que lo más complicado, podría venir después...y quizás sea más complicado prepararse para esto.
Se adopta a los niños, pero también es positivo y beneficioso para nuestros hijos que nosotros, los padres, adoptemos también y asumamos, su pasado y orígenes porque nos ayudará a afrontar juntos cada necesidad y situación comprometida: esa historia con gruesos trazos que ya figura en su vida y que ya llevan en su "mochila"...y en ocasiones, con un duelo pasado o pendiente no sólo por el abandono sino por su separación de aquello que ya conocían: las personas y entorno que convivió con ellos durante un periodo más o menos largo de sus vidas; pero indudablemente, siempre muy importante...
En muchas ocasiones, no somos conscientes de los nexos que unen a nuestros hijos con el entorno del cual los separamos: sin duda, creemos y confiamos en que el cambio será positivo...pero aún siendo así, ellos abandonan todo lo que conocen y lo que de algún modo, ya les pertenece y ha comenzado a forjar su carácter y personalidad: se ven separados de quienes los acompañaron durante su más o menos larga estancia, pero también de sus primeras figuras de referencia y su idioma...dejándolos desprovistos de todo y a merced nuestra, que no dejamos de ser desconocidos con quienes quizás hayan compartido gratos momentos, pero a quienes aún no conocen. Pero también, si estos pequeños son más mayores o tienen constancia de otros detalles, también se verán separados de sus raíces, su país y lo poco que puedan conocer de él y sus orígenes y costumbres, alrededor de los que han ido creciendo...y cuesta mucho pensar que en cualquier caso, también deban tener una especie de "luto", tras separarse de ello...y quizás también les pueda ser complicado expresar o a nosotros comprender.
Es por tanto difícil, separar a los pequeños de ese entorno de relativa seguridad en la que viven hasta la llegada de sus familias...y un arduo trabajo, conseguir hacerles sentir con la suficiente Confianza y Seguridad para afrontar ese futuro juntos con el que nosotros, tanto tiempo podemos llevar soñando.
Así es, Luis Miguel. Y siendo un poco mayorcitos se dan cuenta perfectamente del cambio en su vida. Ahora cuando pregunto a nuestra niña por qué estaba tan enfadada los primeros días con nosotros, su respuesta fue bien clara: " no sabía si erais buenos o malos pero luego ya vi que erais buenos" .Todos damos por hecho que los niños nos van a querer a la primera y que ya ven nuestras intenciones de querer cuidarlos y quererlos, pero no es así. Ellos tienen sus más que justificados pensamientos y temores que hay que respetar y hay que dar su tiempo. Para ellos es un cambio grande que les cuesta (a unos más y a otros menos) pero que luego te llena el corazón al verlos tan felices.
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