Esta, fue sin duda una semana extraña y complicada: comenzaba con la misma alegría e ilusión con que tratamos de vivir cada instante y cada día de nuestra vida...aunque poco duró la tranquilidad y sobre todo, la alegría que presumíamos o al menos, deseábamos. Al mediodía del lunes, tras haber dejado en el cole a Lera a primera hora, con la misma sonrisa de siempre en nuestros rostros, recibía una llamada que encendía las alarmas y me inquietaba sobremanera: era la tutora de Lera...y debo reconocer, que el corazón se me revolucionó, imaginando algún accidente grave de nuestra hija. Es extraño que nos llamen por algún problema surgido, puesto que Lera, no se queja incluso estando enferma...y tampoco exterioriza su malestar. Por tanto, algo muy evidente debía ser para recibir esa llamada: sinceramente, no quería imaginar y trataba de saber cuanto antes, cómo se encontraba ella. Las noticias, escuetas pero inquietantes, por muchos detalles difíciles de entender quizás para unos padres "normales". El continuo estado de emergencia en que nos encontramos con nuestros hijos adoptados, nos provoca pensar en cómo solucionar los problemas antes incluso de que estos se produzcan...y es algo que en ocasiones, generan mucho malestar incomprendido por otros.
El hecho es que Lera, tenía un "paleto" (diente frontal) partido y podía tener afectado algo más en su boca, debido (supuestamente) a una caída en el patio... Como es normal, nos extrañaba que cayera de manera casual y no hiciera por cubrirse en su caída; puesto que como tantas veces comentamos, son auténticos "supervivientes" y saben cómo defenderse y protegerse en situaciones adversas. En efecto, había caído al suelo, pero como ella misma decía, debido a los golpes y empujones de unos compañeros de clase: qué hay de cierto en ello? Pues exactamente no lo sabemos, pero nos da mucho que pensar; más aún cuando ella está acostumbrada (desgraciadamente) a buscarse la vida desde recién nacida, siendo capaz de defenderse de una agresión... Ese momento, de sentirla desconfiada de sus "amigos" de juegos, nos hizo sentir realmente mal, como padres, pero también como aquellas personas que conocieron la situación y el lugar en que se desarrollaba su vida (y la de muchos otros pequeños con los que aún soñamos cada día), que tuvimos ocasión de ver cómo la inocencia y las limitaciones, les hacían jugar sin maldad y sin preocupaciones, a pesar del futuro que les esperaba y el presente tan carente de emociones y estímulos que disfrutaban. No podíamos imaginar que allí fuera alguien capaz de agredir sin motivo o como simple juego: y aquí, en ese futuro deseado y tan plagado de oportunidades, ocurría lo inimaginable...que fuera lastimada y pudiera sentirse rechazada, tras tanto esfuerzo por su parte (y por ende, también nuestro) y tantas lágrimas de desesperación tratando de conducir cada uno de sus pasos; para que pueda darlos siempre en la dirección correcta. Con la misma Sinceridad de siempre: Imaginarla sintiendo rechazo, me enervaba y nos hacía sentir rabia; aunque ya desde el primer momento la prioridad era intentar que Lera se sintiese tan integrada y querida como lo ha sido desde su llegada. Estos días, necesitábamos a lo que denominamos "su club de fans"...esos que siempre la aceptaron, con su nervio e increíble interés por descubrir el mundo que se abría ante sus ojos y que tanto le maravilla cada día. Sintió el apoyo de sus papás y el cariño de todos aquellos con quienes se cruza, porque incluso en esos momentos, trataba de ser protagonista ocasional, aprovechando la adversidad: buen ejemplo de resiliencia; aunque innecesario o al menos triste de observar en alguien de tan corta edad...cuánto deberían aprender muchos de alguien tan inocente y dulce.
Un detalle que nos dio qué pensar, fue el hecho de mencionar no querer ir al colegio al día siguiente: aunque fue un instante de recuerdo o quizás de pánico nunca observado, que pareció quedar en eso...tras comprobar el cariño de todos al llegar a clase; y tener en alerta a todos quienes tratan de enseñarles y cuidarles durante su estancia en el colegio.
La visita (y las que quedan) al dentista, fue una muestra más de la entereza de Lera ante la adversidad; pero además del diente roto, pudiera tener afectada la raíz del diente que debería salir tras ese...y eso, es lo que aún hay que comprobar.
Al día siguiente, el diente se desprendió mientras comía su manzana de postre en el colegio...y tras eso, se le comenzó a iluminar la cara pensando que al fin, conocería al famoso Ratoncito Pérez: bueno, eso creía; porque no sabía que no se le puede ver, ya que si no, no deja su regalo bajo la almohada. No fue el mejor modo de que llegase el Sr. Pérez, pero al menos le sirvió para olvidar el suceso y seguir sonriendo a la vida con la misma ilusión y gracia de siempre, aunque con algún diente menos en esa preciosa sonrisa... Y ante todo, a esperar que fuera un incidente aislado y no se repita; aunque estaremos y tendremos a todos (incluso a sus amiguitos) alerta.