Han pasado casi tres años ya de aquella primera visita, cuando soñábamos con un futuro esperanzador e ilusionante como era el camino hacia alguien a quien por aquellas fechas, aún no habíamos puesto rostro...aunque a posteriori, podemos asegurar que a pesar de las dificultades y el esfuerzo para conseguirlo, la recompensa y el resultado de esa andadura, son mucho más maravillosos de lo que jamás pudimos imaginar. En aquella ocasión, celebrábamos mi cumpleaños; y también, el tener conocimiento (nos lo acababan de comunicar) del lugar donde daríamos nuestros pasos en busca de nuestr@ pequen@: el lugar donde nos llevarían nuestros sueños; la cuna de nuestr@ futur@ hij@... y no era otro lugar que VLADIVOSTOK (a día de hoy, para nosotros, el lugar más amado del planeta...).
Fue muy grato volver...y recordar aquellos sueños y aquellas nubes presentes en nuestra mente, que nos impedían aún imaginar cómo sería nuestra andadura: y también, además de la compañía, poder saborear alguno de los productos típicos, que nos evocaban y traían a la boca el aroma y las sensaciones de aquellos restaurantes frecuentados en nuestros viajes...y en especial del tan íntimo para muchos, Vlad Motor Inn en Vladivostok.
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