Sin duda, poder observar tu rostro mientras duermes, nos permite aceptar el esfuerzo y sacrificio de un largo y duro camino como lo fue el de nuestra unión. Poder observarte, nos permite también poder expresar que cualquier acto y sufrimiento para conseguirlo, mereció sin duda la pena...
Pero poder observar tu rostro, nos hace sentir en deuda permanente y mostrar enorme agradecimiento a todos aquellos que lo hicieron posible. Pero también parecemos estar en deuda, con todos aquellos pequeños que hoy, en cualquier lugar, esperan a esas familias que en unos casos llegan y en otros desgraciadamente, no. Al observarte, vemos y sentimos también, la fortuna de tenerte a nuestro lado; como motor de nuestras vidas y como motivo para esforzarnos y sacrificarnos por tu bienestar... También por esa felicidad y tranquilidad con que se te ve descansar, nos recorre la mente la injusticia de sentir que muchos pequeños, sigan esperando el momento de dormir plácidamente, sabiendo que hay alguien que se preocupa por ellos y los ofrece su corazón.
Siento también al observarte, (y más cuando sentí inspiración días atrás al escribir este párrafo, por estar precisamente en el lugar donde reposa y lo vio nacer) tremenda tristeza por aquellos que no te llegaron a conocer, a pesar de esperar tu llegada tanto como el aire que necesitaban sus pulmones...
Pero no cabe duda de que poder observarte, nos contagia tu alegría y nos permite soñar más que nunca, por el mero hecho de pensar en tu felicidad... Y para conseguirlo, seguiremos luchando y esforzándonos cada día, durante el resto de nuestra vida.
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