Hay multitud de historias que han acompañado estos años nuestro camino en adopción; y además de no poderlas olvidar nunca, a buen seguro que muchos, no creerían. Me da rabia, que existan estas situaciones...y que se pueda comprobar la dramática situación que le toca vivir a las familias en tantas ocasiones; y a pesar de ello, no duden en seguir adelante, enfrentándose a imposibles, por el Amor a unos pequeños con quienes únicamente se han compartido escasos momentos...a quienes hasta ese momento, han vivido ajenos a todo lo que les rodeaba, ya que no existía nada que pudiera relacionarlos de algún modo; y que además, habían carecido siempre de todo. No puedo imaginar, porque es difícil hacerlo; lo que sufren los pequeños esperando a quienes les han permitido sentir por una vez quizás, algún sentimiento parecido al cariño, a la cercanía o que les ha causado una sensación semejante a la ilusión... No lo trato de hacer, porque no es posible ponerse en su piel y tratar de pensar cómo vive un menor la sensación de abandono...de dejarse llevar por el desconsuelo; o quizás por algo igual de peligroso: la indiferencia y la desconfianza. Dependiendo de la edad de esos pequeños, el daño puede llegar a ser muy importante...porque debo recordar, que su historia vital, parte ya de circunstancias difíciles y de la más absoluta adversidad.
Para las familias que sufren estas incomprensibles situaciones; queda una única opción...seguir adelante; en el mismo lugar, en el mismo país, e incluso por qué no, en otro en el que con anterioridad nunca se imaginó (quizás por no ser posible...): porque a pesar de la dureza, puede existir esa otra oportunidad... Pero lo más triste, es que para algunos de esos menores a quienes se les niega esa familia, quizás nunca tengan una nueva oportunidad: y aunque muchos puedan no creerlo, eso también pesa en el pensamiento y el corazón de las familias que se ven en la terrible situación de vivir esa pérdida...
El mayor argumento para seguir creyendo, es que esta serie de casos, no son afortunadamente mayoritarios...y también conocemos el camino de la mayor parte de familias; que es el que finaliza en compañía de esos pequeños a quienes en su día, se les iluminaron los ojos por primera vez, y emprendieron el camino a casa de mano de esos padres que siempre los estuvieron buscando... Aunque también es cierto y no puedo olvidar, que tener constancia de estos casos, no permiten vivir el proceso de adopción con la maravillosa ilusión y alegría con que debería hacerse; lo que llega a provocar, que nadie incluso se atreva a comentar y adelantar noticias sobre los siguientes pasos a los que se enfrentan: y todo, causado por el Temor a que algo no vaya como debería. Ojalá, porque solo deseamos eso; todo vuelva a los cauces normales y se rija por una serie de requisitos, (por otra parte imprescindibles para el futuro bienestar de los menores) que puedan permitir el natural desarrollo de las adopciones de menores...para que se puedan mostrar los beneficios de unas uniones que tanto bien causan a todos y cada uno de quienes intervienen; y de quienes por ende, también los acompañan en ese trayecto.
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