viernes, 11 de octubre de 2013

No debería haber nada en el mundo, que pudiera privar de la felicidad a un niño y a quien está dispuesto a dársela.

     Las emociones, van en aumento constante: al desánimo que aumenta con diversos acontecimientos relativos a la salud... se le suma la alegría y la emoción de tener noticias directas desde la misma casa cuna donde nos espera nuestro hijo Fernando Denis: allí está una familia de amigos nuestros, en su viaje más especial, conociendo a sus peques e intentando, en un gesto loable, darnos noticias de nuestro hijo... lo consigan o no, simplemente la intención nos hace estar más que agradecidos.
     Al mismo tiempo de las noticias que nos llegan a 14.000 kms de distancia, nos encontramos con otras, siempre alegres, sobre la felicidad, en su familia, de quien compartía con nuestro peque, todo lo que los rodeaba en la "casa de los sueños" en Vladivostok: ese ángel rubio que nos enamoró también al conocerla, mientras disfrutábamos de los días más felices de nuestra vida. Los recordamos, cogidos de la mano, como siempre... y nos hace tener un lazo afectivo muy estrecho con ella y con su familia, que forma parte ya de la nuestra...
     Todos, sentimos en algún momento, ante la enfermedad ó distintas circunstancias en la vida de nuestros seres queridos, que es necesario mostrar nuestro cariño, que es algo que no se nos puede escapar. En esos momentos, todos expresamos y sentimos más que nunca, nuestro amor hacia ellos... Pues exactamente ese sentimiento de necesidad, de apreciar lo que conoces y no quieres que desaparezca de tu lado, de tu vida; ese es el estado en que nos encontramos, por la ausencia de nuestros hijos, las familias atrapadas por la paralización de los juicios de adopción en Rusia.
     El ánimo, puede variar en ésta auténtica montaña rusa de sentimientos que vivimos durante un proceso de adopción, pero de lo que estamos todos completamente seguros es que NUNCA renunciaremos a conseguir tenerlos a nuestro lado: porque queremos a nuestros hijos con toda el alma.
     No debería haber nada en el mundo, que pudiera privar de la felicidad a un niño, y a quien está dispuesto a dársela...


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