domingo, 11 de enero de 2015

El de ayer, fue un día maravilloso...de recuerdos imborrables.

     Además de sentir ya los nervios por la cercanía del momento de recoger a Lera, nuestra actividad social de los últimos días (gracias de corazón a todos ellos, porque nos han hecho sentir totalmente integrados), nos permitió vivir uno de los días que más recuerdos nos traerán siempre...un día realmente inimaginable. 
     El día comenzó como tantos otros, visitando a nuestra hija y compartiendo la mañana entre juegos y carreras...ya que preferimos una sala vacía, mejor que el gimnasio, para poder interactuar más con ella. Fue otro rato entretenido, hasta que llega la hora de su comida, que es imperdonable para ella...parece que tiene un radar o un reloj en el estómago! 
     Tras la visita, hicimos tiempo para coger el tren en dirección a la ciudad, ya que gentilmente, nos habían invitado a la academia donde nuestras amigas, enseñan el idioma castellano. Era algo que nos apetecía, porque además, es difícil poder escuchar nuestro idioma por estos lares...
     Fue un día de deseos cumplidos: Al llegar a la estación de Vladivostok y bajar del tren, nos encontramos el Transiberiano que acababa de finalizar su recorrido...y a pesar de estar sin la locomotora, pudimos observar, a través de las ventanas, como son los diversos compartimentos y categorías del tren; y a pesar de su aspecto, no dejó de emocionarme estar ahí, delante de este tren histórico, aunque en verdad, muy anticuado y quizás venido a menos. Aún así, era un privilegio poder haber tenido la ocasión de verlo, cuando pensábamos ya, que nunca tendríamos otra ocasión mejor para hacerlo.

     Tras ese parón, compartimos un rato con los estudiantes de español, en una academia con unas vistas privilegiadas de la bahía Zolotoy Rog (Cuerno de Oro), desde donde pudimos observar otra panorámica del puente y todos los alrededores de la bahía, entre ellos los buques de la marina y la estación del ferrocarril... Fue un gran momento de compartir datos y experiencias y muy agradable poder hacerlo con gente deseosa de aprender. Ahora mismo, lo estudian como hobby o para poder viajar y conocer mundo, pero ojalá en el futuro, pueda servirles también en el aspecto laboral.

     Y después, venía el plato fuerte de las sorpresas y el momento de compartir y charlar, con la única española en Vladivostok (Vídeo de Rusia Hoy, pinchando aquí): un ángel que por vocación y servicio a los demás, llegó a Vladivostok hace ya 17 años, convirtiendo su Bondad y Generosidad, en beneficio y oportunidades para unos niños que de otro modo, quizás no habrían conocido un futuro apartado de los problemas más crudos de las sociedades marginales. Ahora, estos menores, conocen muchos otros valores y pueden enfrentarse a lo que la vida los depare, desde la convicción de poder hacerlo, y sabiendo que hay personas que son capaces de ayudar a los demás sin ningún interés particular...y esto además, provoca un reconocimiento que podrá servir de ejemplo para esta sociedad tan reacia a pensar que alguien pueda ofrecer algo, sin recibir nada a cambio. Eso es predicar con el ejemplo; y una persona así, nos hace sentir orgullosos...es un verdadero estandarte de nuestro país fuera de nuestras fronteras; y no habrá nada que pueda detenerla mientras el cuerpo se lo permita. Fue realmente una conversación de intensa emoción y un verdadero placer haberla podido conocer. Quizás, haya quien pueda recordarla entre quienes siguen habitualmente el blog; porque ya hablamos hace más de un año de su labor (en concreto, el 6 de julio de 2013)... Y lo que tuvimos ocasión de compartir, era algo que pensábamos sería harto difícil conseguir; pero que hemos hecho también realidad. Posiblemente, no sea la última vez que la veamos (y deseamos que así sea...), o que quizás incluso coincidamos en nuestro viaje de vuelta...pero está más que garantizado, que seguiremos en contacto; y más aún teniendo en cuenta su ofrecimiento para ser de ayuda y poder tender una mano a tanta distancia del hogar... Gracias, Alicia: de todo corazón. 
     
     Tras este encuentro, caminamos de vuelta a la estación, para irnos despidiendo, entre lágrimas de emoción, de este enclave en el Lejano Oriente, que tanto nos ha dado y nos ha enseñado durante este proceso de adopción...porque no sabemos cuando podremos volver a hacerlo, y menos aún con la belleza de su iluminación navideña.

     Ésta última semana, estamos recibiendo mucho cariño y muchas agradables sorpresas por parte de personas a quienes hasta hace una semana, no conocíamos: Ksenia, Yulia, Katia, Ella y Konstantin... y la importantísima e impagable ayuda y compañía de nuestra querida amiga Katia (sí, parece que es común el nombre, pero muy bonito también) a quien ya conocíamos, por haber compartido y vivido siempre nuestra historia de adopción en tierras rusas en primera persona. Se han ido sucediendo acontecimientos, que nos han permitido ir conociendo a quienes nos han abierto de algún modo sus corazones: e incluso en el hotel, creo que sienten de algún modo esa extraña soledad nuestra, de estar en el lugar donde debes, pero en unas circunstancias no tan habituales...quizás estén también deseando ver cómo finaliza este capítulo; y podernos ver con nuestra hija por aquí, como antesala de nuestra vuelta a casa, porque nos dejan detalles de cercanía y creo, se acostumbran a nuestra presencia. Al fin y al cabo, han sido muchos días, pero además, con tan poco tránsito de personas, que todos han acabado conociéndonos...
     Nos queda poco tiempo para poder contemplar y disfrutar del paisaje que atravesamos a diario, por esos barrios y poblaciones por donde parece haberse detenido el tiempo en décadas anteriores. Poco nos queda ya, para poder observar esos contrastes tan normales, si tenemos en cuenta lo aislada que permaneció durante muchos años la ciudad, por su enclave estratégico y militar. Ahora, conviven aquí generaciones con ganas de cambio y otras que no podrían ni imaginarlo...pero todo llegará y deseamos que sea muy próspera en el futuro. Este lugar, tiene mucho encanto; pero también las dificultades propias de su distancia a cualquier otro lugar. Poco a poco, hemos descubierto que debajo de esa apariencia fría, se esconden corazones calientes deseosos de poder mostrar "a su manera", lo que los latinos consideramos tan habitual: exteriorizar y compartir los sentimientos.

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