martes, 8 de diciembre de 2015

Una jornada marcada por un lejano punto del mapa: Vladivostok.

      Durante estos últimos días, se fue concretando una reunión con algunas familias a quienes fuimos conociendo durante el proceso de adopción...y para ser más conciso, familias unidas gracias a un lugar que siempre será muy especial para todos nosotros. Unas de estas familias, completamos el proceso, teniendo ya con nosotros a pequeños de aquel remoto lugar llamado Vladivostok: otros, tras diversos traspiés en otra región rusa de cuyo nombre no quiero acordarme (ya que no he visto concretada en los últimos años ninguna adopción de familias españolas; pero donde sí hemos conocido el lado más amargo de las adopciones, observando cómo las familias debían renunciar a los pequeños, por la negativa de un juez a permitir que los menores encontraran una familia fuera de sus fronteras), esperan (y deseamos) poderlo culminar allí de la misma manera...y cuanto antes. Curiosamente y de forma que muchos no comprenderían, nos conocemos perfectamente, aún sin en algunos casos, habernos visto nunca en persona...ya que en todo momento, mostramos a corazón abierto nuestros sentimientos. También de manera curiosa, conocimos a una de esas familias en nuestro primer viaje de asignación, hace ya dos años y medio; aunque sólo dio tiempo a saludarnos al cruzarnos una mañana en el hotel. 
     Hubo poco tiempo para preparar el encuentro, ya que fueron conectando unos a otros; y finalmente, para tener más tiempo que compartir con nosotros, decidieron que la reunión fuera en mi restaurante: y no existen palabras para agradecerlo, ya que fue una oportunidad preciosa de trabajar con inmensa felicidad, pudiendo observar a varios pequeños llegados de aquel lejano paraíso del Pacífico. Una de las familias presentes, tras una increíble historia, consiguió ampliar la familia mucho más cerca de lo imaginado en aquellos inicios de proceso en Vladivostok; donde conocieron a tres hermosos hermanos, aunque finalmente el Destino quiso que no hicieran el viaje a la casa que los aguardaba en la cálida España, y se quedaran en su ciudad natal. Ahora, viven felices, rodeados de tres tesoros alegres e inquietos; aunque también con una experiencia vital asombrosa a sus espaldas. Son tantas las historias cruzadas entre todos, que dieron paso a una tarde maravillosa de charla entre unos y otros; donde por supuesto, los protagonistas eran los pequeños; esos auténticos Milagros, que al reunirse, nos permitían creer en algo que superaba sin duda a nuestra imaginación. Probablemente habría pocas personas que en Rusia, pudieran creer en el Amor tan profundo que albergan nuestros corazones hacia aquel lugar maravilloso, cuna de nuestros hijos...y de aquellos que quedarán para siempre en nuestra mente y nuestras retinas: y aunque posiblemente también aquí haya pocos que puedan imaginarlo, al menos quienes han vivido un proceso de adopción, podrán comprenderlo. Es cierto que muchos otros, miran con recelo al lugar de nacimiento de sus pequeños: quizás por los inconvenientes o las injusticias cometidas durante sus procesos...quizás por la crueldad y dureza de los mismos; pero también somos muchos quienes "elegimos" guardar y alimentar los buenos recuerdos...creyendo además que eso, nos permitirá mostrar cada mínimo detalle a nuestros pequeños, haciéndoles partícipes de nuestro cariño por un lugar al que gracias a ellos, estaremos eternamente agradecidos. 
     Esta jornada fue muy gratificante; y la atracción hacia todos y cada uno de los pequeños, queda siempre patente...aunque también creo que ellos mismos lo sienten y reaccionan de forma natural ofreciendo su cariño: el mismo instinto natural que les hace ser auténticos supervivientes, les permite asimilar el cariño hacia quienes se lo ofrecen, tras la labor en el aspecto emocional que en todo caso, hacemos siempre sus mamás y sus papás. 
     Desgraciadamente y por el escaso tiempo, no hubo ocasión de hacer los preparativos que me hubiera gustado realizar; pero quienes sí estaban preparados eran los corazones de todos los presentes, deseosos de compartir todo aquello que llevan almacenando para ocasiones especiales como esta, en que todos y cada uno de los presentes, tienen la capacidad de comprender y exteriorizar sin pudor...y con una empatía difícil de sentir en otros ambientes o situaciones. Al menos, dio tiempo a preparar una tarta con un motivo y significado especial, que todos los asistentes agradecieron y aceptaron de buen grado; dedicada al lugar que unió a todas estas (y muchas otras más...) en una sola: Vladivostok. 

     Como ayer comentaba una de nuestras amigas presente: no hay más que ver lo que cuesta despedirse, para saber la afinidad y el cariño existente entre todos...y realmente, es un buen ejemplo para resumir lo que son estos encuentros: siempre quedas con ganas de más...
     Recuerdo un día, en el que casi "maldecía", por no lograr comprender, la forma de actuar de algunas personas que debían trabajar por el bienestar de los menores en Vladivostok...e incluso a aquellas familias que supuestamente adoptaron a unos pequeños a quienes ya sentían suyos, muchas familias españolas que ya preparaban un futuro alrededor de aquellos pequeños que ya habían conocido a 14.000 kms del hogar. A día de hoy, sin querer pensar que la motivación para hacerlo, fuera simplemente la económica...y observando de modo fehaciente y continuo, que ninguno de aquellos pequeños han vuelto a aparecer en la base de datos pública de menores susceptibles de ser adoptados en aquella región; únicamente puedo pensar en la mala fe de aquella trabajadora social, que habiendo muchos otros pequeños que lo necesitaban, ofrecía a familias rusas a los pequeños ya asignados a familias extranjeras. Pero allí, tampoco guardo rencor a nadie, aún tras aquellos duros momentos en que creíamos ver el mundo derrumbarse, al tiempo que nos congelaba el corazón; ya que hemos podido observar e incluso conocer a todas aquellas familias que atravesaron por aquella difícil situación...y lo que es más importante, rodeados de unos pequeños cuyo encuentro, creemos el Destino tenía preparado. Sé que muchos no pensarán como yo; pero como he dicho siempre, creo que nací para tratar de ser feliz y hacérselo más fácil a quienes me rodean...aunque quizás algunas corazas no sea capaz de atravesar. Nosotros, elegimos el optimismo y el aspecto positivo para afrontar esta etapa en la que buscábamos cumplir un objetivo vital natural...y tras diversas trabas, y no sin esfuerzo, conseguimos realizarlo, provocando la llegada de un ángel: la persona más maravillosa, hermosa y motivo de esfuerzo constante durante el resto de nuestras vidas. Y por supuesto, invitando y compartiendo con todos, lo que para nosotros, es y será la historia de Amor más maravillosa e increíble imaginada (aunque supongo que para muchos, lo será su propia historia; de lo cual me alegro enormemente...). 
     Sí es cierto que guardo rencor por otros personajes a quienes no conocimos, pero de quienes hemos escuchado actitudes crueles y malintencionadas para con otras muchas familias; algunas de ellas, realmente cercanas...y a quienes no olvidamos nunca a pesar de todo. Hay casos concretos, que nos hacen creer a su vez en la maldad de personas que con su poder de decisión, causaron tremendo daño a los menores dependientes de sus decisiones...y que también sumieron en la desesperación a las familias que se ofrecieron a ser sus papás, independientemente de cuales fueran sus rasgos, peculiaridades u orígenes. 
     Nunca podremos olvidar (quizás no siempre sea así; casi con seguridad...) aquellas lágrimas derramadas junto a cuidadoras o doctoras en la casa cuna, al despedirnos de ellas quizás para siempre (aunque sueño con que no sea así...). O de la emoción que sintieron "nuestra" jueza y trabajadora social, al observar a través de nuestra representante, las fotos que le enviamos de nuestra familia a los pocos meses de estar Lera en casa. Y quizás, tampoco sea usual poder compartir y tener tanta afinidad con el representante encargado de tramitar nuestra adopción en Vladivostok...pero fuimos realmente afortunados de conocerlos, tanto a ellos, como a nuestra traductora y querida amiga Katia; que nos permitieron creer en la presencia de verdaderos Ángeles (además de los encarnados en niños...) en Vladivostok... Conocimos personas realmente buenas y comprometidas, tanto entre las amistades de estas personas, como entre quienes trabajan para conseguir el bienestar de los pequeños. Habrá pocos que hayan sentido ese compromiso y agradecimiento (quizás por carencia de motivos, no lo cuestiono en absoluto) hacia todos y cada uno de quienes permitieron la llegada de sus hijos a casa; pero tras tanto aprendido y tantas experiencias vividas, la balanza queda claramente inclinada del lado de los buenos sentimientos: y creo que ello, será muy beneficioso para comprender y conocer mejor aquel lugar en el futuro; y para que nuestra hija, también pueda siempre decidir y sentir sus propios impulsos hacia el lugar que la vio nacer y en cierto modo, la acunó hasta nuestra llegada. De hecho, no encontrará más que facilidades para lograr saber lo que su corazón le dicte por el lugar donde nació.


     

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