martes, 18 de octubre de 2016

28 de Septiembre. De vuelta a donde el corazón nos manda: ya en VLADIVOSTOK!!!

     Partimos desde Madrid a mediodía del martes, con tremenda ilusión y un fantástico hormigueo que recorre nuestro cuerpo...y con un estado de excitación de Lera que nos permite denotar su alegría: no hay duda...también es un momento muy esperado por ella, a pesar de su corta edad. 
     Llegada a Moscú, donde cenamos ( si es posible, siempre evito la comida del avión) y hacemos transbordo a VLADIVOSTOK. La ciudad de los sueños nos espera!!! Una larga noche sobrevolando la inmensa extensión de Rusia, para llegar a nuestro particular Paraíso: el oasis de nuestros sueños.
     Ya a mediodía del miércoles 28 de septiembre; y tras un largo y como siempre, agotador viaje, llegamos a VLADIVOSTOK. Lera, se había portado de maravilla; y lo cierto es que a pesar de ese cansancio, la emoción y la ilusión por volver y ver qué nos deparaba esta nueva aventura, nos permitían no apreciar ese cansancio; ni tan siquiera sentir los habituales achaques físicos: en esta ocasión, el aspecto psicológico, mandaba de manera inconsciente sobre nuestro cuerpo. 
     Lera llevaba horas cantando las canciones más habituales que hacen referencia a la ciudad que la vio nacer, y esperando poder llegar, para mostrar aún más su alegría... Habitualmente, podemos observar y sentir esa alegría, pero ahora lo hace de forma desmesurada y con una sonrisa aún más simpática, que nos permite apreciar la ilusión que le hace visitar este lugar tan especial para nosotros y que ella ni tan siquiera conoce: parece ser suficiente para ella, el hecho de poder volver a ver lo poco que de aquí conoce; aunque quizás también le motive el hecho de conocer todo aquello de lo que tanto nos ha oído hablar y ella misma ha podido y querido observar a través de imágenes y vídeos tanto propios como ajenos...algunos de ellos sacados de internet o incluso de las redes sociales. 
     La llegada al aeropuerto, volvía a colapsar de sentimientos los corazones...y a permitirnos imaginar, cuál es el motivo por el cual Lera está tan feliz: intentar imaginar qué pasará por su cabeza ahora, es misión harto complicada, pero sin duda, merece la pena dedicar tiempo a meditarlo...

     Tras la llegada, recogida de equipaje; y dispuestos a abrazar y sentir este amado lugar del Lejano Oriente ruso...y a quien nos esperaba al otro lado de la puerta, Lyuba, con la ilusión con que uno recibe a los seres queridos. Digno de elogio es mostrar ese cariño a quienes tanto te recuerdan a un ser tan Amado como quien ya no está...y difícil se nos hacía a nosotros (incluso con un nudo en el estómago), no tener a IVÁN esperándonos allí, en la terminal donde siempre, incluso en su peor estado de salud, nos esperaba en anteriores ocasiones. A pesar de todo, allí estaba, en nuestro recuerdo y en nuestros corazones; porque al menos conseguimos sentirlo cerca y liberar la tensión de todo este tiempo sin poder expresar nuestro dolor por su marcha. Esos sentidos abrazos del aeropuerto, nos permitieron volver a sentirnos queridos y bien acogidos por nuestra familia aquí...y por este lugar al que tantos merecidos elogios hemos dispensado. 
     Tras unos momentos increíbles en que Lyuba se emocionaba viendo el cambio y evolución de Lera; nos encaminamos al coche, donde el simple hecho de ver el volante situado al otro lado de donde es habitual en España, ya nos permitía sentir que éste, es un enclave y un lugar especial...y conseguía sacarnos una sonrisa cómplice a Paula y a mí. 
     Lera, recordando su viaje al hotel tras recogerla en la casa cuna, comenzó a actuar como lo hizo en aquella ocasión...pidiéndonos a su vez la tablet de juguete que la acompañó en aquel primer trayecto que la alejaba junto a su familia y de forma permanente del barrio de Zavodskoy. Eso sí, el nerviosismo que sentía en aquellos primeros kilómetros dejando atrás Zavodskoy, se habían transformado en la seguridad de saber que si algún día volvemos allí, será a visitar a quienes allí permanecen y a agradecer los cuidados y el cariño dispensado tanto a ella, como a todos los afortunados pequeños que de allí salieron junto a sus familias. Recordamos hoy aquí, a aquellos que por desgracia no lo han abandonado junto a estas y que quizás aún esperen en otro lugar donde los pequeños se hacen mayores esperando su momento y a quienes habrían de darle sus cuidados y atención. No puedo dejar de pensar en ellos; más aún teniéndolos tan cerca, en instituciones donde ven pasar el tiempo ya con más conocimiento de sus carencias afectivas; pensando quizás en por qué a ellos no hay quien les ofrezca ese cariño que otros, quizás también al azar, sí encontraron. Cruel destino también el de quienes sin tener culpa de nada, puedan sentirse así... Ruego a Dios por ellos; y para que alguien como quienes hemos tenido la fortuna de conocer, velen allí por su bienestar.
     
     El camino al hotel (a casa, me indicaba el subconsciente, por ser un lugar tan intimo y donde tantos sentimientos y experiencias hemos compartido y disfrutado, al igual que muchas otras familias), al VLAD Inn; se convertía en un momento de confidencias y de confesiones surgidas del alma. Charlábamos y nos poníamos al día del estado de nuestras familias; y de nuestra propia e íntima relación, que nos une sin duda para siempre, con un lazo tremendamente estrecho y sincero. El momento más sensible es cuando hablamos de la pérdida de nuestro querido amigo (su esposo IVAN); y del agradecimiento por unas palabras dedicadas a su marcha, publicadas en este blog (2 de marzo del pasado año) y que según ella, tanto ayudaron a su familia, incluso a la madre de este... Y es que, puedo asegurar que esas palabras no eran para menos y que además de ser tan afortunados de poder conocerlo y de deberle tanto por ser la familia que hoy somos; aún quedaron cortas para expresar todo lo que el corazón y la experiencia junto a él, podrían mostrar: "te queremos, Iván...de todo corazón lo expreso hoy (con lágrimas en el alma), que te sentimos tan cerca de nuevo".

     De camino al hotel, también dio tiempo a comentar la situación de las adopciones en la región; que actualmente no pasan por su mejor momento: las causas, el aumento (parece ser cierto) de las adopciones de familias rusas...aunque también influye que muchas de ellas nunca llegan a adoptar a los pequeños, pero ralentizan o impiden que éstas se lleven a cabo, por tratarse de familiares biológicos que no dan su consentimiento o tardan en darlo. Y con claridad y profunda tristeza observamos que este hecho parece cierto, ya que no hemos coincido más que con una familia adoptante (que volvía a juicio) en el hotel; algo poco habitual... Los almuerzos y cenas, son distintos sin la alegría e ilusión que transmiten las familias; aunque en nuestro caso, desgraciadamente coincidimos con muy pocas en todos nuestros viajes.
     Tras la llegada al hotel, a descansar y volver a disfrutar de las viandas que nos ofrece este tan íntimo y querido VLAD Motor Inn, de VLADIVOSTOK... Incluso el personal del hotel y del restaurante nos recordaban y compartíamos novedades con alguno de ellos (como nuestro amigo Dimitri, que contrajo matrimonio y se cortó su habitual coleta)... Era un verdadero placer volver a verlos a todos ellos, como lo era también recuperar los hábitos de Lera: su trona roja que tanto recuerda y por supuesto, la cuna que la cobijó aquellas dos primeras noches en familia. 
     Fue muy emocionante oír de su propia boca, cómo nos confesaba que la primera vez que vió las estrellas y el cielo, fue aquella primera noche junto a nosotros...cuando de manera entusiasmada, contemplaba desde la ventana de la habitación, cómo lucía de forma especial, una estrella que hacíamos nuestra y donde queríamos ver reflejados los sentimientos de alegría de nuestros seres queridos que ya no están...
     Esta primera noche, fue muy emotiva; pero aún nos quedaba un auténtico cúmulo de sentimientos y nuevas experiencias, que también recordaremos durante toda la vida... Tocaba descansar y recuperarnos de un largo viaje: como muchos sabéis, además del viaje de 5 horas a Moscú, a continuación llega el de casi 9 horas a Vladivostok, donde volvíamos a vivir cada jornada, 8 horas antes que en Madrid. Eso sí, ya dejábamos de soñar con este lugar, para volver a sentirlo.

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