El final de la semana, va llegando...y con una inmensa alegría: ha transcurrido casi sin enterarse ni dar tiempo a pensar, porque el trabajo lo ha impedido, al fin! Ha sido muy grato, porque únicamente nos podíamos permitir centrarnos en la tarea y en descansar cuando fuera posible... Eso sí, con la sonrisa y la ilusión por el fin de este mes de agosto, que dará paso a uno, sin duda, mucho más cargado de fechas y noticias positivas. Muy grato ha sido comprobar el apoyo y el ánimo de los clientes, que me permitían sentir que nuestra hija, siempre estará rodeada de buenos sentimientos hacia esta familia que confiamos muy pronto pueda acogerla en su seno. Realmente, me he sentido bien, finalizando una semana cargada de ansiedad porque parecía no llegar nunca.
Desde mañana mismo, todos estaremos pendientes del teléfono; porque creo, que cualquiera puede ser el día que todos deseamos y ansiamos, que nos permita al fin, sentir a nuestros pequeños más cerca: el día que, sin saberlo, pueda convertirse en el que se reciba la llamada más maravillosa de nuestra vida... Desgraciadamente, nosotros pudimos sentir y comprobar lo que es una llamada que creíamos imposible o irreal: la que nos hacía creer que soñábamos despiertos (terribles pesadillas), por el vacío y la tristeza de las pocas, pero duras palabras que ahora recuerdo, no hizo falta ni pronunciar...el simple tono de esa voz y el eterno silencio (a pesar de su escasa duración) que me recorrió el cuerpo (y que por cierto, hoy he sentido al verter un cubo de agua casi helada por encima) me hizo conocer la realidad y comprender que lo que nunca quise que ocurriese, acababa de producirse. Ese temor y esos miedos, no impiden que ahora únicamente podamos esperar una llamada de alegría; pero tampoco será una llamada fácil, conociendo que es un "todo o nada", en algo tan importante y necesario para los tres... Sólo podremos respirar, el día que esa llamada, nos permita subir a una nube de la que nunca querremos descender...la nube de realidad y cariño en la que deseamos vivir para siempre con esta pequeña que nos espera.
Hija mía, cada día que pasa, es uno menos para estar juntos...y por eso mismo, cada día es un día un poquito más feliz. Te queremos, pequeña mía...y deseamos podértelo volver a decir muy pronto, pero cara a cara... y estrechándote en nuestros brazos.