Hoy, vivíamos una nueva y maravillosa experiencia...una más que añadir a las que desde que comenzó nuestra historia de adopción, hemos tenido la fortuna de vivir.
Hoy, era el día idóneo; el día elegido para volver a la casa cuna de Lera...como ella misma decía al irnos aproximando, su "casa de Zavodskoy": y aunque en cierto modo es así de claro, le indicamos que se trataba de su escuela de Zavodskoy.
Era un nuevo deseo y un objetivo fundamental en este regreso a su origen; y que gracias a nuestras queridas amigas y a la amabilidad de la casa cuna, pudimos ver realizado.
Se trata de un regreso muy importante para nosotros y para Lera; pero podemos afirmar con total seguridad, que también lo es para quienes allí nos esperaban: ha sido todo un acontecimiento para ellas (puesto que son "casi" todo mujeres quienes trabajan allí...por recordar a algún señor de mantenimiento), ya que como todas nos confesaban, somos muchos quienes pensamos en regresar, pero que con el paso del tiempo, ninguna familia vuelve (aunque también son conocedoras de las dificultades que se presentan con el paso del tiempo; y de que los sentimientos se relajan)... Nos mostraban su alegría y agradecimiento por volver al lugar donde cuidaron a nuestra hija; y donde a tantos pequeños y tan bien, han protegido durante mucho tiempo; cuando éramos nosotros quienes regresábamos por el agradecimiento eterno y manifiesto que sentimos hacia ese lugar y esas personas que hoy nos recibían con los brazos abiertos, mostrándonos tanto a Lera como a nosotros, cada uno de los lugares donde permaneció y donde crecía esperando nuestra llegada. Incluso nos mostraron su primer aula, y la cuna donde Lera pasó sus primeros momentos en la casa cuna, que ella misma recordaba sin ninguna duda. Cada instante, ha sido muy intenso; y cada persona que acudía a recibirnos, lo hacía con un recuerdo y con un mensaje particular, a la vez que muy íntimo y sincero. Muy grato es sentirnos bien recibidos; tanto, que incluso la directora nos acompañó en la visita a cada estancia...incluido el gimnasio; el lugar que con tanto cariño y deseo recuerda Lera por los juegos compartidos con nosotros; y que repasa cada día en los vídeos e imágenes captadas por nuestras cámaras.
Aún se me encoge el alma al oír sus palabras y su seguridad al exclamar, nada más bajar del coche: "mi parque...mi bicicleta...mis columpios...", mientras corría directa a ellos...
Pero si cabe, más sorprendente era su madurez y su confianza y seguridad para visitar, casi a la carrera cada recodo de la casa cuna: era plenamente consciente de que se trataba de una visita; y que la realizábamos de vacaciones, ya que volveríamos nuevamente a nuestro hogar los tres juntos...como en su día la expresamos: "para siempre".
Especial fue también, poder observar el mural repleto de fotos de familias junto a sus pequeños, tras su encuentro y posterior vida en común... Entre ellas, las nuestras y las de muchos otros amigos junto a sus respectivos hijos, que también salieron de esta misma casa cuna, como previo paso a su hogar.
Muy curioso y tierno fue el encuentro en la sala de los más pequeños; puesto que tocaba hora de sentarse y hacer su correspondiente pipí en los orinales que rodeaban el baño. Maravilloso al tiempo que triste, poder observar sus rostros...aunque como he comentado en otras ocasiones, pudimos verlos esbozar una sonrisa, respondiendo a nuestras muestras de cariño: y eso significa que lo conocen y tienen al menos ese estímulo que les ayuda a seguir esperando a sus familias. También, nos invadían los recuerdos por esos pequeños que pasaron por aquí, a quienes conocemos y con quienes compartimos gratos momentos en España; y de quienes por supuesto hablamos y mostrábamos su recuerdo y agradecimiento...e incluso de forma muy personal, de algunos otros pequeños a quienes conocemos y que aquí continúan esperando a sus familias. Una terrible sensación de impotencia, pero al mismo tiempo de cercanía y de Esperanza... Cada rostro nos parecía conocido; y pudimos compartir unos momentos inigualables con algunos pequeños, cuando Lera se puso a cantar el himno ruso delante de ellos(más bien tararear), mientras ellos merendaban; a lo que al unísono respondieron con carcajadas y muestras de tremenda alegría. Esas risas y esos rostros, siguen llenando de alegría e ilusión nuestros corazones...porque fue un momento único.
Estando allí presentes, hemos comprendido mucho mejor la situación, al visitar las mismas salas que en ocasiones anteriores frecuentábamos compartiendo juegos con nuestra hija: el número de menores era evidentemente más limitado en cada grupo, lo que representa o hace factible el hecho de que más familias rusas adoptan niños.
Si alguien dudaba de los recuerdos de nuestros pequeños; únicamente podemos afirmar que así es: reconocía cada columpio, cada bicicleta y cada juego...al tiempo que identificaba y se sorprendía con cada nueva adquisición de la casa cuna. Como siempre, las despedidas son difíciles; pero en este caso, quedaban allí la esperanza y los mejores deseos para todos... Los recuerdos de esta visita, también nos acompañarán durante el resto de la vida; y posiblemente, no sea la última. El cariño que nos mostraron a todos y la sinceridad y naturalidad con que nos trataron, muestran el cariño que sienten por los menores que tienen a su cargo...y eso también, es una fantástica noticia.
El camino de regreso al hotel, dió para mucho, poniéndonos al día de la situación en la región...y comentando las sensaciones y emociones de nuestra vuelta a la casa cuna.
Estábamos más que satisfechos ya, con el resultado de nuestro viaje...pero aún quedaban momentos muy esperados, que pondrían el colofón a una maravillosa experiencia, en este regreso a Vladivostok; cuna de nuestra querida hija Lera.
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