lunes, 14 de noviembre de 2016

Día 6 de Octubre. Un momento muy esperado: la Eterna Despedida a un Ángel.

     El jueves, era el último día completo de nuestro viaje en Vladivostok. Y como tal, no queríamos dejar pasar la oportunidad, aprovechando la jornada al máximo. 

     Comenzábamos, tras el cotidiano ritual de baño y demás; desayunando como otros días en el VLAD Inn, donde ya nos volvía a invadir la nostalgia hacia el lugar donde aún permanecíamos... Nos quedaba una agotadora jornada por delante; y muchos planes y cosas por hacer. Lo primero, coger el tren en la estación de Sanatornaya, para dirigirnos a la ciudad y despedirnos nuevamente de ella... Ya allí, procedimos al habitual cambio de moneda, junto al Juzgado de Familia (qué gratos recuerdos!); para no vernos apurados en las compras de última hora. Desde allí, pensamos encaminarnos al Mirador de Cirilo y Metodio, desde donde se obtiene una de las mejores vistas de la ciudad (sobre todo del puente de la Bahía del Cuerno de Oro); pero observando a Lera nos dimos cuenta que podía ser demasiado esfuerzo para ella, aún más tras las intensas jornadas anteriores.


     Por tanto, decidimos cambiar el plan y vimos a un taxista alegre y sonriente, que esta vez sí, nos dio la confianza suficiente para ir a otro lugar que nos quedaba por visitar: una juguetería de muy buenos recuerdos, situada al otro lado de la colina del Mirador de Cirilo...la Bubble Gum (БУБЛЬ ГУМ)    ...en ruso).


     Por un módico precio nos llevó hasta allí; por lo cuál, le pedimos esperarnos para devolvernos al mismo lugar. Tras las compras, eso es lo que hicimos; y pudimos continuar comprando algún detalle de última hora y tomando un respiro al tiempo que un café... Y a su vez, comprar un ramo de flores para, si era costumbre, llevarlo a la cita de la tarde...


     Tras despedirnos ya del centro neurálgico (y nostálgico) de Vladivostok; y plasmar esos últimos recuerdos, volvíamos en tren al hotel, entre lágrimas de emoción y cómplices y dulces miradas por la más que inminente marcha de aquel enclave tan amado por nuestra familia. En esta ocasión, éramos los tres quienes mirábamos a través de los cristales, diciendo adiós con el corazón a este lugar mágico y entrañable...

     Almorzábamos en el VLAD INN, y esperábamos a Lyuba para que nos recogiera, tal y como habíamos previsto. Debíamos hacer parada previa para comprar una nueva maleta y así poder ubicar todos los detalles y regalos, que parecían colapsar nuestra habitación. También tras ese trámite, realizábamos una visita a una tienda de fotografía, donde nos esperaba una grandísima sorpresa en forma de imágenes; que resultaron ser el mejor y mayor regalo que podríamos esperar...y que ante todo, nos permitirá tener siempre, en todo momento, muy muy cerca a esa familia tan querida que tenemos en el Lejano Oriente Ruso. Durante esa parada, pudimos observar a su vez, tanto lugares conocidos, como esculturas y estampas aún desconocidas para nosotros.

     

     Ya de camino al hotel, se producía una visita muy necesitada y esperada para nosotros...el momento de sentir la Paz por el eterno descanso de un gran amigo y si es posible, aún mejor persona: acudíamos al cementerio donde reposa nuestro querido Iván. Era también un momento triste, pero tantas veces soñado desde aquella dolorosa tarde en que nos comunicaban su marcha... parece hoy, por lo claro del recuerdo: una noticia que nos dejó mudos; y con el corazón roto... Pero hoy por fin, podíamos estar allí, donde sentíamos que debíamos estar en aquel difícil momento; mostrándole nuestros sentimientos tanto a él, como a su (nuestra) querida familia: en el lugar que sentíamos necesidad de visitar desde aquel mismo día que llorábamos su despedida en la distancia. 

     

     No pude redimir las lágrimas...pero me sentía en cierto modo cómodo y satisfecho de no tener que contenerlas; porque eran los más profundos sentimientos, contenidos desde su marcha, y el cariño hacia él, quienes provocaban aquel llanto. Pedí perdón a su esposa, por no ser capaz de tener la fortaleza suficiente...pero se trataba de un momento y una situación que únicamente en contadas ocasiones puede repetirse: no es algo habitual; como tampoco lo es sentirte tan en deuda con alguien, como en este caso lo es con esta familia y con aquel Ángel que tan pronto nos dejó...y ésta visita y ésta despedida, eran a su vez un "hasta siempre"; un punto y seguido a una relación que paso a paso se ha convertido en un muy estrecho vínculo entre nuestras familias. A buen seguro que es la primera de muchas otras visitas; aunque tendremos que soñar para mantener presente la figura de Iván y poder compartirlo con su familia. Esperamos volver a verlos muy pronto, porque hay detalles que nos ayudan aún más a comprender, que ese profundo amor que sentimos hacia ellos, fue siempre comprendido y recíproco, a pesar del carácter tan distinto... Hay motivos,  detalles y regalos, que nos hacen partícipes de su familia: algunos de ellos muy íntimos, que llenan el alma al igual que hacen de ellos, personas inigualables. Cómo responder a tanto cariño? Con nuestra habitual forma de exteriorizar los sentimientos...abriendo por completo nuestros corazones a ellos, como tantas veces hicimos y haremos.

     No fue para nada, el lugar donde tantas veces soñamos verlo a nuestro regreso; pero aún así, ésta vez pudimos despedirnos de él de la única manera posible... Fue duro y difícil que tuviera que ser en aquel lugar, pero la vida es así de cruel en muchas ocasiones.

     Hasta la próxima, amigo: no te olvidamos...  


     

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