A cuantos debería caérseles la cara de vergüenza...pero mirar para otro lado e intentar hacernos creer que hacen todo lo posible, es como mirarnos a la cara y escupirnos...como reírse de nosotros mientras nos ignoran... Es indecente sufrir y sentir que quienes deben solucionarlo, no hicieron ni trataron de hacer lo suficiente para continuar con los procesos ya iniciados: quizás porque no eran ellos los afectados, ni ningún ser querido quien lo sufriera, es por lo que aún las familias no encuentran consuelo, porque muy distinto habría sido, como siempre en nuestro país, si alguno de ellos hubiera sido afectado directa o indirectamente por esta dramática situación. Vergüenza me producen y la falta de ello es lo que demuestran dándonos largas tras 7 meses esperando una solución que podría haberse encontrado en el primer momento, si hubieran empleado un poco de su tiempo en resolverlo directamente y no esperar que el tiempo pasara. Cuántas familias sin hijos...y cuántos abuelos con nietos, que nunca llegarán a abrazarlos: Humanidad pedíamos y de eso no entienden nuestras autoridades...como de tantas otras cosas tan importantes en la vida como los Valores. Coraje, Confianza, Esfuerzo...pero sobre todo VOLUNTAD es lo que les ha faltado desde hace 7 meses para permitir algo tan humano y natural como que los niños lleguen a sus familias a quienes necesitan y que en muchos casos ya esperaban tras conocerlos. 9 meses hizo ayer que conocimos a nuestro hijo (a quien perdimos por su pasividad: malditos sean! y no lo olvidaremos nunca), pero muchos llevan muchos más meses, sin haber podido reunirse con sus hijos y sin saber absolutamente nada de ellos...
Ahora, tras meses sin soluciones, los jueces rusos parecen exigir un certificado que la mayoría de Comunidades Autónomas se niegan a redactar...a pesar de saber que con ello, muchos de éstos niños podrían llegar a España de la mano de sus familias. Qué esperan ya? No son las autoridades españolas quienes consiguen que se pueda empezar a solucionar, sino incluso son los jueces quienes dan una salida a las familias y a los niños...y ahora nos encontramos ante la negativa de quienes deben velar por nuestros intereses y se niegan a hacerlo? Esto ya parece el colmo a tanta sinrazón... Qué esperan ya? Que lleguen las demandas contra la Administración o contra las Instituciones? Quizás, que emprendamos acciones contra el Estado por no haber acordado un Convenio exigido durante años, mientras nos daba cobertura para poder afrontar una adopción sin ninguna seguridad? Quizás las acciones deberían ir en dirección a la comunicación que hicimos llegar tanto a Ministerios como a los Gabinetes de los Ministros implicados, así como al de Presidencia y la misma Embajada en Moscú y los servicios jurídicos de Exteriores, en la que hacíamos referencia a un Convenio entre España y Rusia de 1990, que equiparaba en materia civil a los ciudadanos españoles con los rusos; y que todos ellos se encargaron de comunicarnos que no estaba vigente, mientras las familias conocíamos que había sido de aplicación por el Tribunal Supremo Ruso en Diciembre del pasado año y sentaba jurisprudencia?
Nos están tomando el pelo? porque con los sentimientos no se juega...pero están jugando con mucho más que eso: con los niños y con las familias... con los ciudadanos a quienes representan y a quienes deben defender y dar cobertura: y a quienes en todo caso...Han abandonado.
EL TITANIC.
Había una vez un gran barco transatlántico muy parecido al Titanic. Navegaba entre
Londres y Nueva York cuando, una noche, chocó con un iceberg. El impacto provocó un
agujero en el casco por donde entraba el agua a raudales. Los marineros bombeaban
frenéticamente el agua, pero entraba con demasiada intensidad. Así las cosas, los ingenieros
probaron otra estrategia, intentar sellar la parte del barco que se anegaba, pero no lo
consiguieron. ¡El barco se iba a hundir!
Al comprobar que el buque estaba perdido, el primer oficial corrió al camarote del
capitán para avisarle del desastre y pedir órdenes: era necesario lanzar los botes salvavidas
y desalojar el barco.
—Señor, hay un agujero en el casco y no para de entrar agua. No podemos
achicarla. El barco se hunde —dijo el oficial.
El capitán se encontraba de pie, frente a un gran espejo de cuerpo entero, cepillando
su flamante americana azul. Al acabar de oír estas palabras, levantó lentamente la cabeza y
miró a los ojos al oficial:
—Caballero, ¿no ve que estoy ocupado en mi uniforme? ¡Ya le he dicho mil veces
que debemos ir siempre impolutos! ¿Dónde iríamos a parar sin pulcritud ni disciplina? —
respondió, enojado.
El capitán agachó de nuevo la cabeza para continuar limpiando su americana. El
primer oficial no podía creer lo que estaban viendo sus ojos. Esta vez, alzó la voz con un
tono más bien histérico:
—Pero, señor, ¿qué importa eso ahora? ¡Si no desalojamos el barco, vamos a morir
todos en unos minutos!
Esta vez, el capitán no se dignó a mirarle. Con el aplomo que le daba ser la máxima
autoridad del barco, dijo:
—¡Es usted un irresponsable! ¡Queda suspendido de empleo y sueldo! Retírese y no
salga de su camarote en todo el día.
Pues bien, por fin hay un bote salvavidas pero al capitán le da igual que se hunda parte de la gente, eso dependerá de la Comunidad autónoma que a la que pertenezcas.
No se puede hacer de peor condición a nadie por ser de una Comunidad autónoma u otra, debe garantizarse el principio constitucional de igualdad en todo el territorio nacional y todos tenemos que ir en el bote salvavidas.
“El certificado debe servir para todos”.
Es angustioso no ver la luz a final de este túnel, seguimos anclados y sin soluciones, nadie vela por los intereses de las familias que estamos abandonadas a nuestra suerte, es absolutamente indigno. Quiero daros las gracias por estar ahí, por vuestro espíritu de lucha y por dar esperanza a tantas familias.
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