El día, nos ha regalado unos ratos fantásticos de risas, carreras y fotografías para el recuerdo y fundamentales para la espera.
Cuando llegamos, estaban ya en el patio, jugando con los juguetes y los columpios...y al vernos, se acercó a saludarnos! Y empezó a sonreír...esperando nuestra llegada.
Este niño, ya ha aprendido estos días, lo que es el amor incondicional y sincero y estamos seguros de que por eso, nos recordará cuando volvamos...
Si el sueño de conocerlo era grande, el de volver...significará volver a respirar, a recuperar ese aliento que seguro que sentiremos que nos falta hasta entonces.
Pero, puedo pensar en la despedida de mañana: la "sala de música", vendrá con nosotros en la mochila (porque seguro estoy, que lloraremos más de lo que el lo hizo delante de la TS), pero a él, le dejaremos los corazones aquí, en Vladivostok: para que nos los cuide hasta la vuelta y para que lo puedan acompañar todos los días...
Tranquilos y seguros nos vamos porque sabemos que en ningún sitio (que no sea con nosotros), podría estar mejor ahora mismo que aquí, que han sido sus únicos seres queridos hasta nuestra llegada, y con quienes ha compartido su corta hasta ahora vida; donde le han dado cariño desde que llegó...y sabemos que es así, porque lo hemos vivido.
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