Amanece cada día, tratando de asimilar nuevamente la frustración y la impotencia. Ojalá existiese la forma de demostrarles cuál es nuestra motivación a quienes en estos momentos custodian toda esa documentación recabada durante estos meses, en la que cada uno de esos documentos, ha sido tan costoso de conseguir... Cada documento, lleva además de sellos, letras y legalizaciones, multitud de sangre, sudor y lágrimas...y aunque suene muy repetitivo, ante todo, esos documentos van impregnados de Amor y sentimientos, que ni tan siquiera podrían imaginar aquellos señores magistrados que deciden sobre nuestro ofrecimiento para ser padres... Nunca podrían imaginar (y sería una de las cosas que más me gustaría poderles mostrar...) el sufrimiento que padecemos las familias cada tenso y dramático día de espera de esas noticias que para muchos, no son más que horas que pasan sin apenas afectar ni significar algo que recordar en sus vidas. Para las familias, lo que estamos sintiendo en estos momentos, es el pan nuestro de cada día...y ese pan, no es el deseado para servir de sustento y alimento a unos cuerpos que necesitan aliento y energía para seguir adelante: es un pan amargo que cuesta sobremanera digerir e incluso tratar de tragar. Cada minuto, cada instante... serán recordados perfectamente cuando todo termine.
El día de ayer, será uno de esos días negros para el recuerdo; porque realmente es el que sentimos más cerca de hacer realidad el momento de recibir esa llamada que nunca antes habíamos visto tan real y cercana... Y porque además, coincidía con ese número 11 que siempre nos acompaña en nuestra vida, por sentirnos de algún modo casi atado a él por los buenos recuerdos. Ayer, coincidía ese día 11, con el mes de noviembre, pero aún así, no nos acompañó con un grato recuerdo en ésta ocasión. A pesar de todo, habría que pensar en que quizás fue un nuevo paso adelante, por saber y tener "ahora sí", la certeza de que toda la documentación, está ya en manos de quienes pueden y deben permitirnos volver junto a nuestra hija... Y saber que ya es únicamente de ellos de quien depende nuestro regreso, nos permite pensar que quizás, en algún momento, podamos encontrar esa pizca de suerte que parece siempre darnos la espalda. Ahora, seguimos esperando lo mismo que ayer, pero nuevamente con la incertidumbre del momento en que se producirá esa llamada: ya no podemos depender de una única fecha de referencia, sino que se vuelve a instalar en nosotros la duda en torno a cuando llegará ese instante...
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