En ocasiones, me siento mal por pensar que quizás somos demasiado exigentes y poco transigentes con los "caprichos" de nuestra pequeña...como si fuéramos demasiado deprisa en todo momento y ella, no pudiera disfrutar de los cambios; y sobre todo, de sentirse por fin feliz e ilusionada con la atención constante de sus papás y su familia. Nuestro trabajo y deberes, nos exigen un ritmo demasiado acelerado a todos, pero los últimos días, me hacen centrarme en este sentimiento de culpa, como si no le permitiésemos a ella poder sentir todos esos cambios positivos en su vida y que nosotros quizás no apreciemos. Para todos, lo que nos rodea es estrés y prisas en todo momento...pero no nos damos cuenta que ellos, no están acostumbrados a eso, sino a una monotonía escalofriante; y en estos instantes, ella puede sentir una necesidad de sentirnos relajados y tranquilos, y no sólo seguros y dispuestos. Quizás el cariño se deba ofrecer dándoles tiempo; porque aunque ahora en nuestro caso, todo ese tiempo esté dedicado a ella, siempre está supeditado a un horario que debemos respetar por la imposición laboral a que nos debemos: y esta situación nos hace vivir a una velocidad de vértigo, ya que de ello depende nuestro sustento. Habrá que examinar las posibilidades, pero aunque parezca difícil, hay que disfrutar cada instante: nunca se repetirá cada día que pase; y eso lo aprendimos durante la terrible espera, aunque ahora a veces, no de tiempo a recordarlo.
Hay innumerables regalos que nos ofrece Lera cada día...y ahora recuerdo el momento de probar su primer helado: era algo que deseaba observar y aproveché un momento en que todo estaba en calma; me acerqué al congelador y saqué algo que ella sabía era de comer...y por supuesto, quería probarlo! Así es que, se lo aproximé a la boca tras sacarlo de un envoltorio de esos que tanto llaman su atención; y sintió el frío, pero también una sensación placentera: verla ofreciendo sus preciosos labios a ese sorprendente descubrimiento, no tenía precio, como tampoco lo tenía el hecho de seguir pidiendo insistentemente más...y momentos así, son merecedores de degustar sin prisas y compartiéndolos en familia para que siempre sean motivo de recuerdo...