miércoles, 7 de enero de 2015

Un gran día para alimentar los recuerdos del lugar que nos robó el corazón.

     El lunes, pudimos visitar a LERA por la mañana. Podemos apreciar cada día, cómo los síntomas de la varicela van remitiendo y se van cayendo las pequeñas costras que cubrían esos granitos ya resecos en su mayoría...buenas noticias! 
     Aprovechamos, porque es el momento, de pedir ayuda para encontrar esos recuerdos u objetos que con tanto cariño ocuparán lugares de privilegio en nuestra casa y nuestro corazón...pero también y más importante, para captar esos lugares que quizás nunca más tengamos oportunidad de plasmar y observar en la vida: los recovecos y los pequeños detalles de la casa cuna donde nuestra hija ha pasado esperándonos este tiempo tan importante de su vida: el lugar que la ha cuidado y cobijado hasta nuestra llegada y posterior partida con ella al hogar que la espere. Así, hemos pedido permiso para poder fotografiar y visitar todos esos rincones y esas estancias donde ha pasado su vida hasta ahora: dormitorio, su zona donde come e incluso cualquier otro detalle que nos permitan. Es cierto también, que hemos podido comprobar que las cámaras desechables que dejamos en la casa cuna, han sido utilizadas...y esperamos con expectación poder observar qué nos muestran esas imágenes y si existen en ellas gratas sorpresas y recuerdos para nosotros. 

     Por otro lado; la tarde del lunes, la aprovechamos para visitar emplazamientos no conocidos aún por nosotros... Fue gracias a una gran amiga nuestra, Katia y otras amigas suyas (quienes ya se han convertido en las nuestras; y a bien seguro compartiremos aún algunos gratos momentos que recordar toda la vida...) que pudimos acceder al conocido Faro Egersheld, en el punto más alejado de la Bahía de Pedro el Grande, en Vladivostok. Su vista era impresionante, puesto que estaba totalmente rodeado de hielo, en capas nunca antes vistas por nosotros por su grosor y consistencia...y que abarcaba, tanto dicha Bahía como la salida al mar, que se extendía como una pista de hielo hasta el horizonte. Se observaban también por todas partes, los ya omnipresentes pescadores; aunque esa imagen, tras tantos días, no deja de sorprendernos...sobre todo cuando van acompañadas de verdaderas autopistas por donde los numerosos vehículos circulan con una tranquilidad pasmosa, que nos congela incluso la sangre. 

El acceso a este punto de la geografía de la Región de Primorie, habitualmente está cubierto de agua, lo cual lo hace inaccesible a pie; pero la climatología, en este caso, nos lo permitía...eso sí, con un viento cortante como un cuchillo, que daba una sensación térmica mucho más baja de la que existía...

     Tras nuestra ruta por distintos rincones, fuimos a un restaurante japonés, que nos agradó mucho, y por ello también lo comento, claro: se llama Tokyo Kawai... Por cierto, importante: nos sorprendió la relación calidad-precio; a lo que también contribuye el cambio de moneda en estos momentos...al fin una buena noticia, jiji. Para finalizar la más que agradable jornada, nos llevaron a pasear por el malecón, bajo el puente de la Bahía del Cuerno de Oro, donde pudimos observar la iluminación nocturna del centro de la ciudad, que lo hace extraordinariamente entrañable en estas fechas... Realmente precioso poder observar de noche, nuestros monumentos y construcciones favoritas...una auténtica delicia y un gran regalo para alimentar los recuerdos de ésta ciudad y ésta región, que nos han robado el corazón. Gracias, amigos...



2 comentarios:

  1. Hola, Luis Miguel. Nos alegramos de que la pequeña Lera se encuentre mejor y que ya os queden menos dias para la vuelta. Hace unos dias te dejamos un mensaje en Facebook, suponemos que no has tenido oportunidad de leerlo. Nuestro niño Nikolai también está en la misma Casa Cuna que vuestra hija. Nos gustaría que os pusierais en contacto con nosotros a traves del correo de facebook o a esta direccion (m.y.l.222227nikolai(arroba)gmail.com)

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  2. muchos días en Vladivostock. Ya tenéis que conocer cada recoveco. Nosotros también fuimos a ese mismo restaurante japonés y nos gustó mucho. Me parece estar allí ahora al leer tus palabras.
    Os deseo que pronto iniciéis el viaje de vuelta que ya ansiareis con avidez. Saludos y besos a los tres.

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