sábado, 24 de enero de 2015

Los primeros momentos en casa... Asimilando los cambios.

     Llevaba días tratando de escribir, pero la vivencia y la escasez de tiempo, nos absorben por completo... Y ahora, tratamos de ponernos al día.
     Si hubiera escrito el primer día en casa, lo habría hecho desde el nerviosismo de unos padres primerizos ante la incredulidad de no saberse capaces de controlar una situación tremendamente extraña: parecía que habían soltado un toro bravo harto de Red Bull en una habitación sin posibilidad de escape...y no era más que una inocente niña con el cuerpo trastocado y desordenado con tanto cambio horario de descanso y alimento, a lo que había que añadir, la excitación por la cantidad de emociones vividas en muy poco tiempo y que fueron incrementando con la llegada a Barajas y posteriormente (cerca de las 2 de la madrugada), a su hogar; donde comprendía que todo, estaba preparado para satisfacerla y hacerla feliz. Es cierto que fue un día en que todo era confuso, incluso para nosotros; pero donde lo que se había convertido en una alegría, parecía ser una continua pesadilla: nuestra hija, parecía haber perdido el apetito, no era capaz de pedir lo que en los últimos días hacia, e incluso no quería tan siquiera pensar en descansar... Todo lo que parecía un fantástico Idilio, haciéndolo mucho más fácil, comenzaba a convertirse en una incógnita y amenazaba nuestra casi indestructible Paciencia. Pero todo llega, y aunque tarde, llegó el momento de que Lera cayera rendida, eso si, casi de inmediato: su resistencia se había venido abajo tras muchas horas de insistencia...y el cansancio había hecho mella. En ese preciso instante, y casi sin haber probado bocado en todo el día, decidimos ir también nosotros a descansar y recuperar un poco el aliento. Pero claro, apenas tres horas después, estábamos ambos en la cama, con los ojos como platos, observando la cámara instalada frente a la cama de nuestra hija, casi sin comprender por qué no podíamos conciliar el sueño a pesar del agotamiento evidente que sentían nuestros cuerpos...estaba claramente frente a nuestros ojos, lo único que no habíamos sido capaces de pensar durante ese eterno día de lucha por calmar a Lera, un auténtico ángel, que se había comportado como tal durante unos días en que tampoco podíamos creer que lo hiciera todo tan fácil: el archifamoso Jet Lag, que tantas veces nos negamos a creer, pero que tantas veces hemos experimentado... Si nos afectaba a nosotros, cómo no lo iba a hacer, y mucho más aún sin comprender nuestra hija, que el cuerpo se comporte de forma extraña, sin sentir dolor alguno? Ahí teníamos una respuesta simple, que nos había mantenido en vilo durante toda una jornada que presumíamos de ensueño: pero nos servía para tratar de imaginar, que cuando consiguiese volver a retomar su tranquilidad (relativa, como lo es en cualquier pequeño o pequeña de dos años!), volvería a asomar el ángel que habitaba aquel cuerpo que parecía poseído por algún tipo de ente...
     El domingo incluso, hubo ya algún rastro de lo que fueron los primeros días; y volvía a mostrar algo de apetito y muestras de agotamiento...pero su cuerpecito, aún se negaba a aceptarlo. Fuimos por vez primera juntos y por supuesto que la primera para ella, a un centro comercial, para realizar algo de compra más que necesaria para hacer más simples esas cosas imprescindibles y cotidianas. El domingo, ya regalaba sonrisas, pero acompañadas de lágrimas...las de incomprensión y de quererlo experimentar todo por primera vez: nos regalaba momentos de verdadera alegría y otros de lástima por las lágrimas derramadas al tenerla que negar algo por su propia salud y seguridad. 
     Poco a poco, ha ido recuperando sus buenas costumbres, aunque requiere toda nuestra dedicación...queda muchísimo trabajo por delante, pero su alegría e ilusión, parecen hacerlo cada vez un poquito más fácil: iremos conociendo sus gustos y manías, y así podremos prevenir reacciones y anticipar sorpresas. 
     Ahora, nos sigue sorprendiendo su interés por esos perros (su continuo "sabáka", desde que despierta) que tanto tiempo llevaban esperándola... Gracias a ellos y a su empeño por agradarlos, es muy gracioso observarla pronunciando su continuo "hoooola"; que ni más ni menos, nos indica que hay que acercarse a observarlos y a ser posible, poder acariciarlos. Hoy, me gustaría que la jueza que nos permitió estar hoy juntos, observase y comprobase cómo le agradan esas mascotas, porque no haría falta realizar esa pregunta...
     El lunes, acudimos por vez primera ya al pediatra; y la simpatía de nuestra hija, se vio acompañada de una tranquilidad que hasta nosotros nos vimos sorprendidos...y me hizo pensar en adquirir una de esas batas a las que tanto está acostumbrada y tanto respeta, para esos momentos en que no parece fácil el control...jajaja. 
     El martes, fuimos de paseo y a comenzar también los trámites necesarios; y ya podemos sentir que hay una nueva "alhaja" en Colmenar: Empadronamiento y visita pendiente (con regalo inesperado e innecesario, ya que suficiente era con las muestras de cariño ofrecidas durante mucho tiempo; pero también muy de agradecer)... Y ahora, comenzarán el resto de trámites...

4 comentarios:

  1. Hola. Cómo os entiendo...Hemos vivido lo mismo hace 6 meses...
    Al principio, es difícil disfrutar de la experiencia... Es más fuerte la preocupación y la adaptación de todos. Son momentos extraños. Poco a poco. Suelen ser niños con caracter, de hecho son supervivientes...pero son niños mágicos y extremadamente vitales e inteligentes, nos dan mil vueltas a los padres. Son especiales. Yo no me canso de mirar a nuestra hija y la veo tan espabilada y tan distinta al resto... y prefiero que sea una niña fuerte, luchadora e independiente, porque la vida es demasiado dura para los débiles...Con el tiempo, todo se asienta y pasa a ser la Experiencia con mayúsculas.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Las primeras semanas son difíciles, por la adapatación, és lógico, pero a los pocos meses son como cualquier otro niño. No creo que sean especiales, son como los demás y disfrutan del mundo como el resto, simplemente son niños.

    ResponderEliminar
  3. Son especiales porqué son nuestros hijos.
    Un abrazo y mucha paciencia!

    ResponderEliminar
  4. Perdón, cuando antes dije que no eran especiales, quería decir que no son diferentes; por supuesto que son especiales, todo hijo es especial para sus papas.
    No quería ofender, si lo he hecho pido perdón sinceramente.

    ResponderEliminar

Déjanos aquí tu comentario, que será publicado con todo nuestro agradecimiento. Esperamos ser de ayuda.